¿Alguna lifómana o
lifómono en la sala?
Tranquilos,
que cuando digo “lifómananía” no me refiero a ninguna particularidad sexual,
sino a una persona que aplica sistemáticamente el método LIFO de priorización de tareas.
Lo último que les llega, es aquello que
iniciarán en primer lugar, como si de un resorte se tratara y sin pensar si
dedicarse a ella es lo más efectivo…Les llama alguien pidiéndoles un informe.
Dejan lo que estaban haciendo antes de la llamada y se precipitan a redactar el
documento solicitado…
Este sistema resulta adecuado para lavar
platos a mano, donde la lógica dicta que el último plato apilado, debe ser el
primero en ser lavado, pero no tiene sentido en otros ámbitos.
En las reuniones, también encontramos
verdaderos lifómanos, incapaces de centrar y desarrollar estructuradamente un
orden del día y modificándolo en función de “lo último que ha pasado”. Propagan
esta manera de concebir las reuniones, basadas en la cultura del “¿a que no
sabes la última?”.
Cuántas veces se comenta la más reciente
conversación con un cliente, la cual objetivamente no merecería tal atención y
olvidan otras conversaciones que pueden ser más interesantes para compartir con
los asistentes (en reuniones sin preparación, se da muy a menudo)
Antes de incluir en una reunión eso
último que nos ha llegado, deberíamos preguntarnos si merece la pena que ocupe
un espacio en nuestra reunión o si interesa a todos los que participan en la
misma.
Aprovecho para compartir que, a mi
parecer, una de las vacunas más eficaces contra la lifomanía en general, es GTD, aunque no
voy a hablar del tema pues hay muchos especialistas que lo dominan, como José Miguel Bolivar y Jeroen Sangers.